jueves, 3 de marzo de 2011

PRÁCTICA Y EXPERIENCIA

Para desarrollar esta entrada voy a comenzar por las preguntas finales que planteaba Bernardo:
¿Cómo debemos comportarnos?, ¿Qué impresión debemos dar?, ¿Debemos actuar como somos o, quizás utilizar alguna estrategia que nos facilite nuestra relación con ellos?.

La respuesta desde mi punto de vista es sencilla y se reduce a una...debéis comportaros como sois. Al menos en lo que se refiere a ser coherentes con vosotros mismos y con la forma que tenéis de entender la educación.  ¿Cuantos de vosotros no se ha encontado con el clásico profesor que parece una cosa y luego es otra?, o que se ve obligado a cambiar por las circunstancias del aula, esto suele suceder por el intento de mejorar la impresión con los alumnos para ganárselos, o como medio de mejorar la autoestima personal a través de la aceptación de los demás. 

Ahora bien, el ser uno como es, no implica actuar de cualquier manera. Obviamente vamos a trabajar como educadores y en ese sentido, si es cierto que existe una norma que debe guiar nuestra actuación:

1. Seriedad. Esto no significa ser borde o plantar un gesto de inconformismo constante, sino ser serios con el trabajo que se realiza, darle importancia al sistema educativo, a lo que hacemos a través de una actitud de responsabilidad.

2. Ser justos. Recordad que estamos implicados en procesos de enseñanza-aprendizaje, y en ese sentido, todo lo que hacemos en el aula se interpreta sobre la base de qué podemos y qué no podemos hacer y cuales son las consecuencias de los actos. No estoy hablando de castigos, estoy hablando de todo el proceso que ponemos en marcha cuando vamos a educar.

3.  Estabilidad. Se que es difícil, pero el como nosotros nos comportamos con nuestros alumnos, debe estar en función de lo que queremos lograr de ellos, de las respuestas que obtenemos de ellos, pero no de lo que nos pasa en nuestra vida profesional o familiar, no del humor que tenemos. De eso ellos no son responsables.

4. Profesionalidad. Aunque sea en la etapa primaria es justo que nuestros alumnos, vean en nosotros una actitud profesional, a mi personalmente hay un artículo que me gusta mucho, que se llama actitudes que generan actitudes y que explica, mejor de lo que yo podría hacer ahora mismo aquí lo que quiero decir. Os dejo la referencia por si lo queréis leer (http://www.inderef.com/content/view/69/110/).

Tal vez no haya respondido a las preguntas de Bernardo de la manera en la que desearíais, pero en definitiva no se trata de hacernos amigos de los alumnos, no se trata de intentar captar de qué pueden ir cada uno, para anticiparme como dice Jose Juan. En eso debéis tener cuidado porque se puede producir un efecto Pigmalion (en el que las expectativas con respecto a lo que esperamos de nuestros alumnos, se cumplen, porque nosotros mismos propiciamos su cumplimiento). Se trata de ser coherentes con nuestros principios y con lo que pensamos que es el proceso educativo. Posiblemente sea mejor mantener una distancia inicial, y progresivamente acercarnos a los alumnos en la medida en la que se ganan nuestra confianza, más que al revés, tratar de hacer la confianza de inicio porque puede llevar a engaño. 

Sobre otro tema que habéis planteado en los comentarios, concretamente Mesa, comentaba acerca de la sorpresa que le ha provocado ver repetición de sesiones hay dos consideraciones fundamentales:

Por un lado considerando el desarrollo desigual de los alumnos, no está nada mal realizar las Unidades Didácticas por ciclo, así como las sesiones, y permitir que cada alumno adecue el aprendizaje a su nivel. Otra cosa es hacer la misma sesión desde primero a sexto, no sería normal. Sobre el tiempo de clase, ya os he comentado en diferentes ocasiones, que una cosa es lo que tú programes, y otra lo que puedas llevar a la práctica por diferentes razones. El estructurar las sesiones en tres partes, no quiere decir que estas se deban diferenciar más allá de la intensidad de las actividades. Todo estará en función del tiempo, los objetivos y posibilidades de las que dispongamos.

Para terminar, decir que en efecto, estrategias y experiencia hacen el cóctel perfecto para que el proceso de enseñanza-aprendizaje sea lo más rico posible, y yo añadiría algo más, acompañad la experiencia que vayais adquiriendo de innovacion. No os conformeis con haber resuelto el problema hoy de una manera, porque tal vez mañana necesitéis de nuevas estrategias. Intentad siempre mejorar vuestras intervenciones en base a lo que vais aprendiendo.